Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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100119
Legislatura: 1886
Sesión: 17 de diciembre de 1886
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Rojo Arias.
Número y páginas del Diario de Sesiones: 69, 1323-1324.
Tema: Garantías para cumplir lo prescrito en los artículos 14, 27, 77 y otros de la Constitución.

El Sr. Presidente del Consejo de Ministros (Sagasta): Me levanto a decir muy pocas, Sres. Senadores; y en primer lugar a dar las gracias al Sr. Rojo Arias, que al fin, aunque con alguna desconfianza todavía, cree que el Gobierno ha de realizar su programa, en vista de lo cual y para no ser más intransigente que otros partidos, retira su proposición.

Yo lo agradezco; pero además debo advertir a su señoría que aun cuando la proposición se aprobara, no significaría en realidad nada (El Sr. Rojo Arias: Pido la palabra para rectificar), porque esa proposición del Sr. Rojo Arias, como S.S. mismo ha dicho, no es más que el programa del Gobierno, y el programa del Gobierno, como ningún programa, no puede ser ley, porque las leyes significan una cosa distinta de los programas. Éstos son el contenido de aquellos principios dentro y sobre los cuales se han de desenvolver los procedimientos del Gobierno y se han de convertir en leyes esos mismos principios.

¿Qué adelantaríamos convirtiendo en ley la proposición del Sr. Rojo Arias? Pues estaríamos al fin de la jornada, como estamos ahora. ¿Por qué? porque cada uno de esos principios necesita una ley para su desenvolvimiento. Yo debo declarar que todos los que se creen más liberales que el Gobierno me han parecido unos verdaderos inocentes, y que yo soy mucho más liberal que ellos, porque soy más liberal en la práctica. Si no, a mí mera muy fácil haber contentado a esos que se llaman más liberales que el Gobierno con haber dicho: ?vamos a hacer ley el programa del partido liberal?. En esto hubiéramos invertido dos o tres meses para discutirlo, sin que al cabo de esos dos o tres meses se hubiera hecho ninguna reforma útil ni práctica, porque aprobado sólo el programa del Gobierno y la proposición de su señoría, resultaría después que había que hacer leyes complementarias, leyes para desenvolver esos principios. No habríamos, pues, adelantado nada en el camino de la libertad. Por consiguiente, yo habría podido muy bien haber contentado a las oposiciones y haber pasado como liberal, sin haber adelantado un paso. De donde resulta que yo soy más liberal que los que por poco liberal me combaten.

Este mismo argumento que ha empleado el señor Rojo Arias lo he visto también empleado en los periódicos radicales que acusan al Gobierno por no presentar como proyecto de ley el programa del partido.

Y yo digo: valientes inocentes son, en lugar de buenos liberales; porque si yo no quisiera llevar a la práctica los principios liberales que quiere desenvolver [1323] el Gobierno, tenía el camino expedito, el mismo camino que me dan los radicales, los que se llaman más liberales que el Gobierno, en lo cual invertiríamos, con el afán que hay aquí de discutir, dos o tres meses, y en esos dos o tres meses no tenía que hacer nada. Resultado: se daba gusto a los liberales, y no se hacía nada práctico para la libertad.

Por consiguiente, hace bien el Sr. Rojo Arias en retirar su proposición, en no considerar que eso sea objeto de un proyecto de ley, porque nada habíamos de conseguir con ello, y en dar espera a que el Gobierno vaya desenvolviendo ese mismo programa, como ha empezado a desenvolverlo; pero que no se puede desenvolver en un día, porque ese programa tiene diversos principios que han de desenvolverse en leyes. Puesto que ha empezado el Gobierno a presentar leyes que los desenvuelvan, vamos a irlas discutiendo y aprobando, que yo le aseguro a S.S. que no ha de haber descanso para las Cortes si se han de discutir y aprobar todos los proyectos de ley que el Gobierno debe presentar en cumplimiento de ese programa.

El cargo para el Gobierno estaría justificado cuando una vez aprobados ciertos proyectos de ley que el Gobierno tiene presentados, no acabara por presentarlos todos. ¿Pero para qué quieren SS. SS. que estén todos sobre la mesa, si todos no se pueden discutir en un día? Vayamos recorriendo poco a poco el camino, que es como las cosas se hacen bien y sin dificultades.

Pues bien; ¿cree el Sr. Rojo Arias que aun cuando su proposición se convirtiera en ley, había de ser mayor el compromiso que el Gobierno adquiriera para cumplir su programa que el que ha adquirido diciendo que ese es el programa del Gobierno, programa que no lo ha dado el Gobierno cuando ha sido Gobierno, sino que viene siendo el programa del partido liberal, y que ha sido aceptado por el Gobierno como representante de dicho partido para desenvolverlo oportunamente y en tanto que las circunstancias lo requieran? No es mayor el compromiso que adquiriría el Gobierno convirtiendo la proposición de S.S. en ley, que el que ha adquirido declarando que ése es su programa, y que está dispuesto a realizarlo sin descanso, pero poco a poco, como se necesita desenvolver ese programa y como lo requieren esos proyectos, que al fin y al cabo necesitan estudio, necesitan discusión, exigen largos debates.

Pues bien; vengan esas discusiones, vengan esos debates para los proyectos de ley que el Gobierno tiene presentados y para los que ha de ir presentando en lo sucesivo hasta completar del todo su pensamiento. Y en este concepto, como el Sr. Rojo Arias ha dicho que su proposición de ley es exactamente el programa del Gobierno, y que los ideales de su señoría y de la izquierda, que S.S. representa en este momento en el Senado, son los ideales del Gobierno, yo le digo a S.S. que no tiene razón de ser la izquierda y que debe confundirse con la mayoría, puesto que tiene los mismos ideales y estamos dispuestos a realizarlos, y que mejor los ha de realizar el Gobierno con el apoyo sincero, leal y franco de la izquierda, que con la oposición de la izquierda, porque cuantos más apoyos tenga el Gobierno y más benevolencia, más fácil le ha de ser su misión. Por consiguiente, si no por el Gobierno, por la realización de esos mismos ideales, dejen SS. SS. esa actitud especial en que se encuentran y con la cual no serán útiles para nadie, ni para la libertad, ni para las instituciones, y vengan al lado del Gobierno a confundirse con los demás elementos de la mayoría; que mientras SS. SS. no tengan otros ideales que los de la mayoría, serán perfectamente recibidos. Y nada más tengo que exponer, restándome, únicamente, repetir las gracias al señor Rojo Arias. [1324]



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